Desde el punto de vista fisiológico la sexualidad de un persona con discapacidad no es diferente a la de cualquier otra persona, es simplemente que sus características individuales, su historia y su forma de comportamiento condiciona de un modo u otro su sexualidad. En definitiva a cada uno/a nos condicionan nuestras circunstancias y algunos factores condicionantes llegan a influir en nuestra sexualidad.
Los factores condicionantes que a continuación vamos a desarrollar son algunos de los que dificultan el desarrollo pleno de la sexualidad en algunas personas con discapacidad.
Es evidente que no todas las personas se pueden sentir identificadas con lo que aquí se describe; la gran diversidad de casos y de circunstancias personales y sociales hace imposible enumerar cada particularidad. Sólo se pretende que reflexionemos acerca de lo que podemos hacer para ayudar a nuestra gente y a nosotro/as mismo/as; pararnos a pensar si hay algo que podamos mejorar y analizar nuestro propio entorno.
Dificultad para socializar
Es bastante habitual que las personas con discapacidad tengan más dificultad de acceso a una vida totalmente como se quiere tener en la que se pueda socializar fácilmente (aunque para eso estamos aquí, para dar pautas y conseguir una integración plena).
Si hay más problema para la relación con iguales, hay más problemas para poder tener vida sexual.
Además se da la circunstancia que en determinados casos es más que complicado que la persona tenga su propio espacio, sus momentos de intimidad. Hay personas que permanentemente están acompañadas por familiares , cuidadores o personal profesional. Es obvio que eso impide en gran medida satisfacer las necesidades sexuales dela persona.
Un entorno familiar sobreprotector
En ocasiones es difícil que la familia entienda que las necesidades son para todo/as igual. El intento bien intencionado de cuidar de la persona se convierte en un inconveniente. Limita las posibilidades de relacionarse normalmente con iguales por miedo a peligros que muchas veces no son tales.
Sobre todo en los casos de personas con retraso mental existe una gran resistencia por parte de la familia a que se formen parejas.
Menor autonomía
Dependiendo de los casos hay personas que necesitan estar permanentemente acompañadas.
Falta de referentes iguales (un espejo donde mirarse)
Las personas con discapacidad tienen quizás menos posibilidad de tener un modelo en el que fijarse, del que aprender ciertas conductas y con el que guiarse. Sus referentes son su entorno y lo que los medios de comunicación muestran y no personas con una idiosincrasia parecida.
Falta de educación sexual
No sólo hacen falta modelos sino educación al respecto, como en todos los ámbitos de la vida. Este es uno más en el que también hay que incidir ya que el desarrollo de una sexualidad sana tiene mucho que ver con un desarrollo personal íntegro y saludable; tiene que ver con la felicidad y el desarrollo pleno.
Prejuicios sociales
En ocasiones es la propia sociedad la que presenta ciertas reticencias a la hora de plantearse relaciones con personas con dificultades de movilidad.
En general es fácil que se tienda a pensar que el sexo son sólo determinadas conductas sexuales como el coito u otras. Eso implica que muchas personas quedaría excluidas de toda actividad sexual. Si abrimos el abanico de posibilidades a la hora de tener relaciones sexuales no existirían limitaciones para nadie. El hecho de necesitar una silla de ruedas por ejemplo no significa no poder tener una sexualidad satisfactoria con uno/a mismo/a o con la pareja.