El duelo es una reacción de adaptación que tenemos lo seres humanos ante una pérdida o el encontronazo con una situación muy impactante que cambia nuestra vida: un accidente de tráfico que trae consigo una limitación física, el nacimiento de un hijo con un síndrome o una discapacidad.
El duelo es un proceso que evoluciona y es diferente dependiendo de la persona que lo está pasando. Está muy relacionado con la salud, ya que suele ir acompañado de algunos trastornos como la depresión, el estrés, etc.., pero no es una enfermedad.
Podemos hablar de las diferentes fases del duelo por las que se suele pasar, si bien , no es algo inamovible. Cada persona es un mundo y afronta los hechos según las circunstancias y sus experiencias previas.
Fases del duelo
- Negación: es la primera fase en la que una vez informados de lo que realmente sucede (una pérdida inminente de un ser querido, la noticia de que tras un
accidente deberemos manejarnos en una silla de ruedas, la llegada de nuestro bebé con un discapacidad...) se manifiesta ansiedad y se niega la realidad. Es común que las personas intenten buscar alternativas a una circunstancia que no puede cambiar. Es una situación compleja y dolorosa pero que da pie a la preparación psicológica necesaria para asumir la realidad. Poco a poco se va asumiendo lo que hay pero es común que las personas se muestren bloqueadas.
- Culpabilidad: se producen momentos de reproches, de culpa y sensación de poder haberlo evitado. Es muy normal que las personas se muestren muy aturdidas y con pérdidas de control Falta de sueño, trastorno de la alimentación...
- Tristeza y desorganización: la siguiente fase quizás sea la de consolidación de la realidad en nuestra mente. Lo normal es que la tristeza nos invada, haya falta de energía, miedo a afrontar, etc...
- Recuperación y asimilación de la realidad: se comienza a aceptar lo que tenemos, lo asumimos, lo integramos a nosotros y comenzamos una nueva vida con lo bueno y lo malo de nuestra nueva circunstancia.
Pautas de afrontamiento
Es muy positivo y necesario que se elabore el duelo. Expresar lo que se siente, lo que nos hace daño. Llegará un momento en que recordar ya no duela y podremos decir que estamos recuperado/as.
El duelo tiene una razón de ser, si no pasáramos por él sería preocupante. Nos ayuda a evolucionar, a madurar y aceptar situaciones nuevas; nos ayuda a equilibrar lo que la vida se encargó de desequilibrar.
A veces se necesita ayuda para comprender el “por qué me ha tocado a mi”, y existen grupos de ayuda, asociaciones donde se trabaja en este sentido apoyando a las personas que están pasando por una situación difícil.
Es importante que si se nos escapa de las manos acudamos a cualquier lugar que nos inspire confianza para recibir ayuda. Allí nos van a entender y van a enseñarnos ejemplos de vida similares, van a despejar tabúes, nos van apoyar para expresar sentimientos, no van a dar apoyo emocional, van a empatizar con nosotros, a escucharnos y aconsejarnos.
Lo más importante de todo es asumir que tenemos derecho al dolor y la rabia, y que necesitamos nuestro tiempo para asimilar las cosas porque somos seres humanos, pero también saber que la vida sigue ahí para que la vivamos y que merece la pena luchar por muy grandes que sean las dificultades, siempre hay un buen motivo.