Con motivo del Día Internacional de las Personas con Discapacidad, que celebramos el próximo 3 de diciembre, subrayamos la necesidad de una inclusión real. Ponemos el foco en la eliminación de barreras invisibles y la igualdad de oportunidades en el ámbito jurídico y laboral.
Para ello, conversamos con Graciela Ranz Torres, abogada y actual Asesora Jurídica en ILUNION. Graciela convive con la sordoceguera y comparte con nosotros su visión sobre la superación profesional.
Si ella ha llegado lejos, yo también puedo
La pasión de Graciela por las leyes no surgió del azar, sino de la admiración profunda hacia su madrina en Argentina, una abogada de reconocido prestigio. Graciela recuerda cómo, a pesar de padecer una enfermedad grave degenerativa, su madrina nunca abandonó su vocación por el Derecho.
Esa actitud positiva fue el estímulo que impulsó a Graciela a elegir este camino. Según nos cuenta, su pensamiento fue determinante al ver el ejemplo en su familia: si su madrina pudo hacerlo a pesar de las circunstancias, ella también podría.
El ser una persona con sordoceguera me da la oportunidad para romper barreras
Ejercer la abogacía siendo una persona sordociega implica enfrentarse a una realidad doble. Por un lado, Graciela reconoce que su condición le influye positivamente, dándole la oportunidad de "romper barreras y dar más accesibilidad en el ámbito de la justicia".
Sin embargo, no oculta la cara negativa: "es difícil adaptarme en un ambiente en el que la accesibilidad es muy frágil", lo que le conlleva realizar un esfuerzo doble en su día a día. En este desafío, el entorno es clave.
Graciela destaca que ILUNION le hace la jornada más amena al actuar como contrapunto a esas barreras externas: allí le proporcionan las herramientas necesarias, como el Intérprete de Lengua de Signos, permitiéndole trabajar en igualdad de condiciones que cualquier otro abogado.
El problema más difícil de resolver es la falta de sensibilidad y de empatía
Más allá de las barreras físicas, Graciela identifica un obstáculo invisible pero mucho más difícil de derribar en la sociedad actual: "la falta de sensibilidad y de empatía". Según la abogada, este problema de actitud deriva directamente de una gran "falta de conocimiento sobre las necesidades de las personas con discapacidad". Es esa incomprensión social el verdadero reto al que se enfrentan a diario, más allá de las normas escritas.
El problema se encuentra en la práctica
Como experta jurídica, Ranz tiene una visión muy clara sobre el marco legal: las leyes actuales son suficientes y se han ido desarrollando y mejorando con los años.
Graciela denuncia que el fallo está en la ejecución real. Cuando acude a un edificio público, se encuentra con barreras arquitectónicas y se ve obligada a una tarea agotadora: "es la persona con discapacidad quien tiene que mandar una queja o reclamación para solicitar que cumplan con la accesibilidad que por ley se les impone".
Cita un ejemplo muy gráfico que, aunque parece mentira, sucede frecuentemente: la ausencia de pavimento podotáctil en los juzgados, algo esencial para su orientación.
Faltaría por crear unas lentes que te describan lo que ves
Para Graciela, la tecnología es una aliada vital para su autonomía. Destaca como el avance más fabuloso la opción de "subtítulos en vivo" del iPhone, que utiliza cuando está en una conversación con mucha gente y pierde información. También resalta la utilidad de los audífonos con Bluetooth, que conecta al móvil para oír llamadas y mensajes de voz directamente, funcionando como auriculares inalámbricos.
Aun así, su visión va más allá. Considera que falta crear unas lentes que describan el entorno visual. Aunque menciona las RayBan Meta, explica que aún tienen problemas técnicos y legales por resolver: "por protección de datos las gafas no te pueden describir a una persona". Ranz sugiere que se debería regular este extremo para cumplir con la accesibilidad real que persigue la Inteligencia Artificial.
Si no dan la oportunidad, nunca sabrán cuánto vale esa persona
De cara al mercado laboral, la asesora jurídica explica los pasos clave para una inclusión auténtica. Primero, preguntar a la persona qué herramientas necesita para su puesto. Y segundo, y más importante: "darle la oportunidad".
Graciela lamenta que muchas empresas "se echan para atrás al ver la accesibilidad como una tarea que les estorba". Advierte que, con esa actitud, las compañías pierden, pues si no abren sus puertas, "seguramente el talento que buscan se les escape".
Para cerrar, Graciela dedica un consejo a los jóvenes: que persigan sus sueños y no teman a los obstáculos, porque siempre los habrá. Su lema final es una declaración de intenciones: "Ni el cielo es el límite, pues los límites los ponemos nosotros".
