En este artículo, exploraremos en detalle qué es la neumonía, sus causas, síntomas y factores de riesgo. También analizaremos los métodos de diagnóstico y las opciones de tratamiento disponibles.
Además, abordaremos la importancia de la prevención, especialmente en grupos de riesgo como niños pequeños, personas mayores y aquellos con sistemas inmunológicos debilitados.
¿Qué es la neumonía?
La neumonía es la inflamación infecciosa del parénquima pulmonar, es decir, de los bronquiolos y de los alvéolos. En ellos se acumula un exudado que altera el intercambio gaseoso.
Son relativamente raras en los individuos sanos gracias a las defensas naturales que poseemos; así, los pulmones normales son estériles por debajo de las primeras divisiones bronquiales.
Las defensas respiratorias son una mezcla compleja de barreras anatómicas (cierre reflejo de la glotis, filtrado aerodinámico de partículas gracias a las numerosas ramificaciones del árbol bronquial, etc.) y mecanismos de limpieza presentes en la nasofaringe y en las vías respiratorias altas (barrido de partículas por los cilios de la mucosa respiratoria, respuesta de la tos, etc.), y de factores inmunitarios locales en los alvéolos (macrófagos alveolares, inmunoglobulinas, sistema de complemento...).
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se registran alrededor de 450 millones de casos de neumonía cada año, que suponen aproximadamente 4 millones de muertes, afectando especialmente a individuos con edades inferiores a 5 años y superiores a 75.
Causas de la neumonía
La neumonía puede ser causada por diferentes tipos de microorganismos, como bacterias, virus u hongos:
- Bacterias: Las bacterias son una causa habitual de neumonía en adultos. El Streptococcus pneumoniae, también conocido como neumococo, es la causa más común de neumonía bacteriana en los Estados Unidos. Sin embargo, existen otros tipos de bacterias que también pueden causar neumonía.
- Virus: Los virus respiratorios son una causa común de neumonía, especialmente en niños y adultos jóvenes. El virus de la gripe es una de las principales causas de neumonía viral en adultos. Otros virus, como el virus respiratorio sincitial, el rinovirus y el virus del herpes simple, también pueden causar neumonía.
- Hongos: Algunos hongos pueden causar neumonía, especialmente en personas con sistemas inmunológicos debilitados. Por ejemplo, el hongo Pneumocystis jiroveci puede causar neumonía en personas con infección avanzada por VIH.
Clasificación
Hay tres patrones de presentación de una neumonía, de distinta causa y distinto pronóstico:
- Neumonía alveolar: la inflamación afecta a muchos alvéolos contiguos, por lo que en la radiografía aparece una zona densa delimitada. Un ejemplo clásico es la neumonía producida por el neumococo.
- Neumonía intersticial: la inflamación predomina en los tabiques que separan los alvéolos, produciendo una imagen radiográfica en forma de red. Esto ocurre en las neumonías por Mycoplasma pneumoniae, Pneumocystis carinii y virus.
- Bronconeumonía: la inflamación se limita a las vías respiratorias de conducción, sobre todo a los bronquios terminales y respiratorios. Un ejemplo típico es la neumonía por estafilococo.
El conjunto de características clínicas, radiológicas y analíticas de las neumonías, permite la agrupación de la mayoría de los pacientes en dos grandes apartados:
Neumonía atípica
Los causantes de este tipo son Mycoplasma pneumoniae, Coxiella burnetti, Chlamydia pneumoniae y Chlamydia psittaci.
Neumonía típica
La causa más frecuente de este tipo es el neumococo.
Síntomas
Los síntomas principales de la neumonía son tos, fiebre, expectoración sucia, dolor torácico localizado a punta de dedo en la zona afectada y disnea. Con frecuencia la neumonía viene precedida por un catarro u otra infección viral leve de las vías respiratorias. Los pacientes ancianos o gravemente enfermos pueden tener poca tos, escasa producción de esputo, pocos síntomas respiratorios y ausencia de fiebre.
Neumonía atípica
Su presentación clínica suele ser más solapada, con menos fiebre o mejor tolerada, generalmente sin escalofríos y con menor afectación inicial del estado general. Los síntomas respiratorios también son menos llamativos.
Neumonía típica
Se caracteriza por su inicio brusco, con fiebre y escalofríos y aparición habitualmente florida de manifestaciones respiratorias: tos con expectoración purulenta, dolor intenso de costado, que aumenta con la respiración, y disnea. A veces se acompaña herpes labial.
Factores de riesgo
La neumonía puede tener varios factores de riesgo que aumentan la probabilidad de contraerla:
Edad avanzada
Las personas mayores de 65 años tienen un mayor riesgo de desarrollar neumonía, especialmente si tienen otras condiciones médicas subyacentes.
Enfermedades crónicas
Las personas con enfermedades crónicas como enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), asma, diabetes, enfermedad cardíaca o renal, y enfermedades del sistema inmunológico tienen un mayor riesgo de desarrollar neumonía.
Sistema inmunológico debilitado
Las personas con sistemas inmunológicos debilitados, ya sea debido a enfermedades como el VIH/SIDA, cáncer, trasplante de órganos o el uso de medicamentos inmunosupresores, tienen un mayor riesgo de desarrollar neumonía.
Personas con la conciencia alterada
Los gérmenes de la neumonía llegan al parénquima pulmonar de varias formas, en general, por inhalación directa de partículas infecciosas desde el aire ambiental o por aspiración de secreciones propias de la boca o de la nasofaringe, lo que ocurre con frecuencia en personas con la conciencia alterada (enfermos en estado de coma, intoxicación por alcohol, etc.). En otras ocasiones más raras, el microorganismo se instala en el pulmón a través de la sangre o por proximidad desde otros órganos.
Tabaquismo
Fumar daña los pulmones y debilita el sistema inmunológico, lo que aumenta el riesgo de desarrollar neumonía. El tabaquismo favorece las infecciones por ciertos gérmenes (neumococo, Haemophilus influenzae y Legionella pneumophila).
Uso previo de antibióticos
El uso previo de antibióticos, la malnutrición y muchas enfermedades graves favorecen la adquisición de otras bacterias (bacilos gramnegativos).
Hospitalización
El estrés de la hospitalización, la cirugía y tratamientos agresivos promueven la rápida colonización de microorganismos especialmente agresivos en los pacientes ingresados en los hospitales y pueden derivar en la llamada neumonía nosocomial, con una considerable mortalidad.
Diagnóstico
En la exploración médica, la auscultación pulmonar puede mostrar ciertos signos muy típicos en las neumonías (estertores inspiratorios, soplo tubárico, etc.), pero en general, la radiografía del tórax resulta fundamental para confirmar la existencia de la enfermedad.
El análisis de sangre ayuda al diagnóstico, por aumento de leucocitos, si la neumonía es de origen bacteriano, no así si es vírica. Además, el examen al microscopio y el cultivo de las secreciones respiratorias nos permite identificar el germen causante de la enfermedad y elegir el tratamiento específico para el mismo. Esto se hace sobre una muestra de esputo.
Cuando esto no es posible, como en pacientes debilitados, o que no expectoran, se obtiene la muestra para el cultivo por medios más invasivos, como la endoscopia bronquial (la introducción de un tubo aspirante en los bronquios) o la biopsia pulmonar (la toma quirúrgica de un fragmento de pulmón).
También se pueden hacer hemocultivos (cultivos de la sangre del paciente, donde puede circular el germen causante de la neumonía).
Neumonía atípica
La radiografía de tórax suele mostrar un infiltrado generalizado (intersticial). Los leucocitos son normales o poco elevados. Necesitan antibióticos específicos.
Neumonía típica
En la auscultación, el médico localiza el proceso en una zona bien delimitada. Al efectuar radiografías, se confirma la existencia de un foco de condensación concreto (única o varios). En la sangre se aprecia leucocitosis (aumento de la cifra de leucocitos).
Tratamiento
El tratamiento de esta enfermedad, potencialmente grave, compete por completo al médico responsable del paciente, generalmente en ingreso hospitalario (aunque en casos de personas jóvenes y sanas, con neumonías leves, pueden tratarse domiciliariamente).
En general, se adoptan unas medidas de soporte necesarias, como el aporte de líquidos, fármacos antitérmicos (si existe fiebre), oxígeno (si hay compromiso respiratorio) y broncodilatadores cuando existe broncoespasmo.
Junto a ello, el tratamiento curativo obliga a la administración de un antibiótico adecuado al germen responsable de la enfermedad, que el médico decide según las características del cuadro y los resultados de las pruebas diagnósticas efectuadas. En general, suele ser distinto si la neumonía se ha adquirido en el hospital o fuera de él.
En los casos en que la escasa gravedad del cuadro permita el tratamiento en el domicilio del paciente, este guardará reposo hasta su curación, siendo importante el suministro abundante de líquidos y el cumplimiento estricto del tratamiento antibiótico aconsejado.
Si todo transcurre adecuadamente, el paciente estará sin fiebre en las primeras 48 horas y experimentará una mejoría progresiva en las fechas siguientes. Durante todo el tratamiento debe vigilarse la posible aparición de complicaciones, lo que debe sospecharse si reaparece la fiebre (puede indicar sobreinfección por otro germen) o aumenta la dificultad respiratoria (puede deberse a la aparición de un derrame pleural o al colapso de una zona pulmonar).
Pronóstico
Gracias al tratamiento antibiótico, la mayoría se resuelven sin dejar secuelas ni cicatrices.
Prevención en grupos de riesgo
La prevención de la neumonía es de suma importancia, especialmente en grupos de riesgo como niños pequeños, personas mayores y aquellos con sistemas inmunológicos debilitados.
- Niños pequeños: Los niños pequeños tienen un mayor riesgo de contraer neumonía debido a su sistema inmunológico aún en desarrollo y su exposición a diferentes microorganismos en entornos como guarderías y escuelas. La prevención de la neumonía en niños implica asegurarse de que estén al día con las vacunas recomendadas, como la vacuna contra el neumococo y la vacuna contra la gripe. Además, es importante fomentar prácticas de higiene adecuadas, como lavado de manos regular y cubrirse la boca y la nariz al toser o estornudar.
- Personas mayores: Las personas mayores tienen un mayor riesgo de desarrollar neumonía debido a cambios en el sistema inmunológico y a la presencia de enfermedades crónicas. La prevención en este grupo implica asegurarse de que estén vacunados contra el neumococo y la gripe, ya que estas vacunas pueden reducir el riesgo de complicaciones graves. Además, es importante mantener una buena higiene respiratoria y evitar el contacto cercano con personas enfermas.
- Personas con sistemas inmunológicos debilitados: Aquellos con sistemas inmunológicos debilitados, como pacientes con VIH/SIDA, personas que han recibido trasplantes de órganos o aquellos que están en tratamiento con medicamentos inmunosupresores, tienen un mayor riesgo de infecciones respiratorias, incluida la neumonía. La prevención en este grupo implica seguir las pautas de prevención de infecciones, como lavado de manos frecuente, evitar el contacto con personas enfermas y mantenerse al día con las vacunas recomendadas.
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Autor(es): Luis Maita, Obra: Neumonía , Publicación: , Última actualización: , Lugar de publicación: Madrid, URL: https://www.discapnet.es/salud/infecciones/infecciones-respiratorias/neumonia
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